Cuando nos acordamos de que el Señor es quien nos provee y dependemos 100% de Él, nuestra fe se activa. Aquella fe que nos da la certeza de esperar algo y la convicción de que a pesar de que no lo veo, sé que llegará. No sé de qué forma, o por qué medio, pero si Dios lo prometió es porque llegará.
Él no defrauda a los que con corazón sincero creen en sus promesas.