El llanto podrá llegar, pero también la alegría. La noche se hará presente, pero la mañana también. La tristeza tocará tu corazón, pero también la esperanza. Por eso, aún cuando no sientas el deseo, sigue caminando hacia la tumba vacía. Abre tu Biblia y medita en las escrituras, canta himnos, habla con otros creyentes.
Y sobretodo quédate en un lugar donde Jesús pueda encontrarte y escucha detenidamente su voz, porque pronto llegará tu alegría.