Cuando las personas nos hieren, es fácil que la amargura se filtre en los corazones. Y es que con demasiada frecuencia ignoramos la sabiduría de la Biblia, buscando medios destructivos para alcanzar la justicia.
Si hoy usted guarda rencores contra alguna persona, suelte las cadenas de la ira que le atan a ella, perdónela y encuentre la libertad.
OREMOS
Señor, líbrame de cualquier cadena que me haya tenido cautivo. Amén.