Para poder disfrutar de la libertad a la que el Señor nos ha llamado, es preciso dejar la esclavitud del pecado. Y es que no es posible tener a ambos, a Dios en el corazón y seguir pecando, pues a la larga uno de los dos se va a convertir en nuestro amo y nos dominará. Dios nos llama a ser libres, a llevar una vida que le glorifique.
¿Es tu caso? Recuerda el texto: “a libertad fuimos llamados”.