Dios promete darnos fortaleza para los retos que surgen en nuestra vida, pero no promete eliminar nuestros problemas. Si Él prometiera que no habrá caminos difíciles, ni montañas que escalar, ni batallas, no creceríamos.
No obstante no nos deja solos, por el contrario se para a nuestro lado, nos enseña y nos fortalece para enfrentarlos.
OREMOS
Padre, gracias porque adiestras mis manos para la batalla y en medio de mis luchas prometes estar a mi lado. Amén.