El pasaje de hoy nos lleva a meditar en cuán sinceros debemos ser al acercarnos al Señor en oración, ya que el deseo de Dios es que seamos transparentes y de una sola pieza, sin máscaras, sin palabras rebuscadas, después de todo estamos frente al Creador que nos conoce de verdad. Así que cuando estemos en la intimidad con Él, no puede darse un verdadero cambio, si antes no hay sinceridad en nuestro corazón.
Es ahí donde nuestro espíritu se renueva.