Quizá hayas escuchado esta frase: “todos tenemos esqueletos en el guardarropa”, y es cierto. Aunque intentemos aparentar una realidad, hay otra guardada en los corazones, la cual solo tú y yo creemos conocer; pero Jesús nos conoce aún mejor y con Él, no podemos aparentar.
Dios pide que nos despojemos de toda apariencia, y vengamos ante Su presencia con un corazón contrito y humillado, y Él en su misericordia nos dará la atención debida.