Las Escrituras enseñan que todos los creyentes, jóvenes o viejos, debemos ser capaces de poder discernir la voz de Dios claramente. Para lograr esto muchas veces será necesario dejar de hablar para simplemente escucharle. Así que hoy quédese quieto y callado, abra la Palabra de Dios y aprenda a identificar cuándo Él le habla.
A la larga podrá reconocer su voz y sabrá exactamente todo lo que debe hacer.