El fracaso de hoy puede en realidad servir para hacerle exitoso mañana, siempre y cuando esté dispuesto a reconocer sus errores y aprender del Padre celestial. Por eso, dé gracias a Dios por llamarle la atención, por perdonarle y enseñarle a responder apropiadamente.
Tenga la seguridad de que el hacer esto, allana el camino para todas aquellas victorias futuras.