El servicio, tal como hizo Jesús, es la mejor prueba del amor al prójimo y del cumplimiento de las enseñanzas de nuestro Salvador. Servir engrandece al que lo hace y levanta al que lo recibe. Servir coloca al creyente en la categoría de verdaderos seguidores de Cristo.
La dedicación al servicio para beneficio de otros es una innegable muestra de gran consagración y obediencia al Señor.