Algunos dejan de seguir a Dios por temor a las tormentas de la vida. Sin embargo, esas dificultades son muy necesarias para que el Padre llegue a los lugares más profundos de su alma y le desarrolle hasta alcanzar su pleno potencial. Él lo hace no para hacerle daño, sino para hacerle madurar.
Así que aférrese a Él, confié y tenga la seguridad absoluta de que le llevará a un puerto seguro.