Dios nos llama a vivir vidas apartadas de lo mundano, vidas diferentes a lo normal. Sin embargo, hay que entender que ser santos no es para nuestro propio beneficio, sino que es para beneficio de otros, enseñándoles cómo vivir en paz, en amor y en libertad. Una vida santa es una vida libre y agradecida, porque nos rendimos a la voluntad de Dios.
Nunca olvidemos que estamos en este mundo, pero no somos de este mundo y donde quiera que estemos debemos ser luz.