Ser un verdadero cristiano en un mundo que nos daña y traiciona constantemente no es fácil, pero lo será si lo dejamos en las manos del Padre. Él es capaz de calmar nuestro dolor, nos capacita para perdonar, nos ayuda a avanzar en la tormenta, nos permite ver la luz al final del túnel.
Su amor limpio y puro nos ayuda a tener una fe no fingida, nacida en el corazón que ha sido limpiando por Su sangre.