No necesitamos procurarnos en que nuestras decisiones terminen mal cuando buscamos Su voluntad. Y nuestro interés debe ser que el Espíritu controle nuestra mente. Este control sucede cuando nos sometemos a Él y caminamos en Fe. Cuando esto ocurre, nuestros corazones se abren a otras posibilidades que vienen de lo alto.
El espíritu de Dios mueve montañas, abre caminos, endereza sendas y nos llena de sabiduría.