Nuestras fuerzas son muy pequeñas e insignificantes para llevar a cabo lo que Cristo nos pide. Y nadie puede andar con un manual de respuestas bajo el brazo para defenderse, y es ahí donde el Espíritu Santo actúa como lo hace el diamante frente al metal. Jesús mismo nos asegura que el Espíritu Santo, a quien el Padre envió, nos enseñará todas las cosas y nos recordará todo lo que Él ha dicho.
¡Qué bendición es saber que contamos con su ayuda!