Somos aceptados por nuestro Dios, a pesar de cómo somos. Esa es una gran noticia, pues es por gracia. Él aceptó a Rahab la ramera y entró la genealogía del Señor Jesús. Aceptó a David y Cristo vino por medio de su descendencia. A pesar de nuestra condición pecaminosa y perdida, nos acogió por medio de su Hijo amado.
Hoy tenemos una muy buena razón para estar alegres, pues Dios nos ha aceptado como hijos, disfrutémoslo.