A Dios no le sorprende ninguna de tus heridas, temores o fracasos. Él lo sabe todo y lo único que quiere es invitarte a tener una relación íntima, que vaya mucho más allá de lo que usted toca, ve o siente. Dios desea que encuentre en las profundidades de su presencia la verdadera libertad y sanidad.
Por tal razón, no tenga miedo de ser sincero con Él, pues esa es la senda que lleva a una paz y a una fortaleza genuina.