Ya sea que nos arrodillemos, levantemos las manos o cerremos los ojos, lo realmente importante no es la postura sino nuestro corazón.
Y es que, cuando oramos, nuestro corazón es el que debe estar inclinado en adoración, en humildad y en gratitud frente a nuestro Señor, comprendiendo que están abiertos Sus ojos y atentos Sus oídos a la oración de su pueblo.
OREMOS
Señor, hoy me humillo y postro mi corazón delante de Ti. Amén.
FRASE
La forma más elevada de oración surge de lo profundo de un corazón humilde.