Claro que es posible conocer a Dios mientras corremos de aquí para allá, pero la invitación del salmista para dejar de afanarnos, nos llama a una clase distinta de conocimiento. Nos invita a saber que podemos detenernos y aun así existir, pues Dios nunca se detiene.
Él nos llama para que comprendamos, que es Su poder el que nos da la vida, la protección y la paz verdadera que tanto necesitamos.