Cuando las cosas no salgan de la mejor manera y la desilusión toque su puerta, no preste atención al enemigo, quien le dirá que no vale nada y que Dios ya no le ama. Antes comprenda que el Señor en su amoroso plan ha detenido una situación en particular para impedir su destrucción, y lo que parezca ser un revés en realidad podría ser un rescate divino.
Así que, cuando tengan lugar las pruebas, reaccione como Job, honrando a Dios y pidiéndole que le aclare cada una de las enseñanzas que le esté dando el día de hoy.