Usted nunca tendrá la paz de Dios en lo que respecta a la desobediencia en su vida. Y aunque puede justificar de forma mental lo que está haciendo, nunca convencerá a su espíritu, y eso le impedirá hacer uso de su fe.
Por lo contrario, cuando la paz de Dios llegue a usted, lo sabrá sin ninguna duda y estará tranquilo, porque comprenderá que el Señor cumplirá lo que dice.