Tengamos siempre en cuenta que Dios no escatimó en dar a Su Hijo para que tuviéramos el perdón de nuestros pecados y la vida eterna. Nuestro Dios es generoso en abundancia y siempre nos da más de lo necesario, mucho más de lo que nos podemos imaginar.
Así que contemos siempre nuestras bendiciones y utilicémoslas para bendecir a los que nos rodean y seamos también generoso siempre.