A Dios le complace que hagamos lo correcto, que seamos compasivos y que caminemos con humildad. Ser compasivo es identificarnos con los que están en necesidad. Es tener la capacidad de reconocer el sufrimiento y sentirse impulsado a aliviarlo tanto en uno mismo como en los demás. Jesús es nuestro ejemplo supremo de la compasión por las personas.
Recuerde que esto le agrada a Dios.