Cuando nos presentamos delante De Dios, recibimos consuelo, seguridad y confianza. Es como si aguas frescas llenarán nuestro corazón y recibiéramos la esperanza de que Dios siempre está con nosotros, aún en las circunstancias difíciles cuando ya no quedan fuerzas, porque Él nos lleva en sus brazos
Dele gracias a Dios por su gran Misericordia, porque a pesar del caos que hay en el mundo y muchas veces en tu vida, Él tiene todo bajo control.