Jesús enseñó que no debemos afanarnos por nada, pues el afán puede producir tensión y estrés. Sin embargo, muchos de nosotros lo tomamos como si fuera una opción y escogemos amargarnos la vida por cosas que no valen la pena. Dios no quitará tus afanes, tú tienes que dárselos y reemplazarlos con su Palabra.
Tú eres quien debe dominar tus pensamientos, escoger el no afanarte y confiar en que Dios te cuida todo el tiempo.