SANTIAGO 4:8
El pecado contamina todo nuestro ser y nos desconecta de nuestro Dios. Por eso en su amor nos ha dado su Hijo, para que por medio de su sangre preciosa seamos limpios de toda maldad. Así que no tenemos excusa, pues tenemos sus promesas y la esperanza de que cuando se manifieste su venida, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal como Él es.
Esta verdad nos debe llevar a esforzarnos por mantenernos fieles a su Palabra, a despojarnos de todo peso y del pecado, que tan fácilmente nos enreda a correr con perseverancia la carrera que tenemos por delante.
OREMOS
Padre, por la sangre de tu Hijo, límpiame de todo pecado y ayúdame a perseverar en Ti. Amén.
FRASE
Dios no mira tus logros, mira tu corazón.