La muerte no debería significar algo malo, pues en realidad es el final de un ciclo llamado vida, pero también es el inicio de un nuevo ciclo llamado eternidad.
Reponernos ante la pérdida de un ser querido, no es un proceso fácil ni mucho menos rápido, pero que reconfortante es recordar aquellas palabras citadas por Jesús: “Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”, amén.
OREMOS
Señor, gracias por estar a mi lado, aún en los momentos más difíciles de mi vida. Amén.