Solo después de que el pecado a Acán fue descubierto, la nación de Israel pudo reconciliarse con Dios. Así como Acán, no siempre pensamos en las consecuencias de ocultar nuestro pecado, alejando nuestro corazón de Dios y afectando a los que nos rodean.
Pero pedir perdón por nuestros pecados restaura la relación y nos permite disfrutar su Presencia nuevamente.