A Dios no le interesa cuánto tiene usted, si no cuán obediente es con lo que Él le ha confiado. Quizás sea pobre de acuerdo a las normas del mundo, pero rico según las de Dios debido a su fidelidad para con Él.
Así que hoy, sin importar cuánto tenga, alabe al Padre por su provisión y recuerde, que a los que buscan al Señor nunca les faltará ningún bien.