No podemos disfrutar las bendiciones de Dios mientras vivamos al margen de su voluntad. Y es que la abundancia del gozo espiritual depende de aquella comunión que tengamos con el Señor. Seamos obedientes, ofreciendo nuestra vida como un holocausto agradable al Señor.
La comunión con Él está llena de abundancia y de un gozo sublime.