¿A quién no le gustan los regalos? La salvación es un regalo tan valioso que debemos apreciar y nunca olvidar su costo. Jesús murió para darnos esa salvación eterna y nadie nos la puede quitar, pues tiene sello de propiedad.
Y ese regalo de vida eterna todavía puede ser de todo aquel que lo quiera y siga al Autor de la salvación eterna.