Cada palabra a la que le abrimos nuestros oídos, son alimento que llega a nuestra mente; ese lugar donde se libran las batallas más fuertes de la vida. Ocupar la mente en cosas que no son productivas y que no alimentan nuestra fe, es desarrollar un mal hábito mental.
Aprende a descansar en el dador de la vida y pon tus pensamientos en Él.