Cuando nos sentimos débiles, incapaces o abrumados, la respuesta de Dios no es siempre quitar la dificultad, sino darnos Su gracia suficiente para atravesarla. Esta gracia no es algo que ganamos con esfuerzo; es un regalo inmerecido que nos acompaña en todo momento.
Es por esta razón que no necesitamos fingir perfección, ni cargar con pesos que no podamos llevar, pues Su gracia cubre nuestras fallas, fortalece nuestra fe y nos impulsa a seguir adelante.
OREMOS
Padre, que nunca olvide que es tu gracia la que me da vida, fuerza y esperanza. Amén.
FRASE
No necesitamos ser fuertes, solo depender de Su gracia.