No podemos comprar el descanso, el amor, la salud, la paz, y sobre todo la salvación que solamente obtenemos a través del sacrificio de Cristo en la cruz del Calvario. Las riquezas pueden convertirse en el amo de nuestros pensamientos y alejarnos de Dios.
Para llegar a conocer la voluntad de Dios, tenemos que escoger entre servirlo a Él o servir a este mundo.