Como el siervo brama por las aguas, así anhela el alma la bendición de la comunión con el Creador, comunión que nos hace sentir arropados en los tiernos brazos de Jesús. Clamemos y pidamos que la gracia del Salvador esté llena de bendiciones reservadas para los hijos de Dios.
Acerquémonos al Padre y dejemos que cuide y tome cada una de nuestras necesidades.