Jesucristo siempre está extendiendo su mano para que nos acerquemos a Dios, porque Él es el mediador entre Dios y nosotros. Entonces, ¿qué es lo que tenemos que hacer para tener la garantía de estar para siempre con Dios?
Examinar nuestras vidas y arrepentirnos de nuestros pecados, pidiéndole perdón a Él por nuestras faltas y recibir a Jesús como nuestro único y suficiente salvador y Señor.