Si te han ofendido recientemente, no esperes hasta mañana para hablar con la persona que lo hizo, pues la ira es amargura en crecimiento y al no hacer nada para deshacernos de ella nos va a afectar en nuestra relación con Dios.
Seamos sabios al hablar, desechando la ira y el enojo, recordando que decir la palabra adecuada en el momento preciso es como entregar manzana de oro servida en bandeja de plata.
OREMOS
Señor, te pido que me des un corazón perdonador, buscando siempre la reconciliación. Amén.