Quizás alguna vez se ha sentido tentado a verse por lo que otros dicen de usted, cómo su aspecto, su oficio, su educación, o incluso por su dinero. No obstante, esas medidas son defectuosas y temporales, y el único que verdaderamente es capa de juzgar su valía aceptándolo tal y como es, es el que le creó y pagó el precio para así llamarle suyo. En Jesús usted es aceptado, amado, adecuado y victorioso.
Confié en lo que Él dice de usted y abrace su identidad.