Quizá usted tenga algún hábito o plan que sabe que desafía la voluntad de Dios en su vida. ¿Ha considerado el precio? Y es que aunque el enemigo le diga lo contrario el pecado siempre acarrea consecuencias. El costo de seguir nuestra propia voluntad es alto, si no vea la desdicha de Jonás por las decisiones que tomó.
La recompensa por obedecer a Dios es mucho más grata.