Todo se puede poner en tu contra, las olas pueden levantarse muy altas y la tormenta puede crecer, pero aún con todo y eso te queda un refugio y se encuentra en Dios.
Hoy quiero animarle a buscar más de su Presencia, a refugiarte en Él y abrir por completo tu corazón permitiéndole que cure las heridas hechas por la tempestad, pues solo Dios puede renovarte y restaurar tu vida como ninguno. Haz de Dios tu gran y único Refugio.