Quizás hoy sientas que de esta no saldrás y que no hay solución favorable para ese problema. Pero en esos momentos en que no hay nada que puedas hacer, ríndete a Él reconociendo que ya no puedes más y di: ¡Señor ayúdame!
De inmediato vas a sentir como se activa la fe, la confianza y la convicción de que algo pasará, porque ese problema ya no te pertenece, ahora le pertenece a Dios.