Nuestro Padre celestial nunca quita su mirada de nosotros. Y aun cuando no podemos evitar las pruebas, angustias o pérdidas, si podemos vivir confiados descansando en nuestro Ayudador y Protector, quién siempre está presente y vela por nosotros.
Así que podemos confiar en que nuestro Dios que todo lo sabe, nunca nos pierde de vista.