A veces crecer espiritualmente puede ser difícil, pero cuando perseveramos en Cristo no hay ninguna barrera que no podamos superar.
Las circunstancias que vivimos quizás sean desfavorables y el desánimo tal vez parezca un gran obstáculo, sin embargo si seguimos sin detenernos, nuestra relación con el Señor llegará a florecer, por eso y más ¡Sigue avanzando!