En la carrera de la fe, nuestra meta no es llegar primera, sino realizar acciones alentadoras tangibles, prestando una mano en el camino y dejando siempre un buen ejemplo.
Llegará el día en que nuestra vida en la tierra terminará, pero hasta entonces animémonos unos a otros y estemos dispuestos a ayudar a los demás todos los días.
OREMOS
Señor, aumenta día a día mis fuerzas para correr junto a Ti esta carrera de la fe. Amén.