Según Pedro, las promesas de Dios no solo son excelentes, son magníficas. No solo son valiosas, son preciosas. Por eso hoy quiero invitarte para que veas la Palabra de Dios cayendo como lluvia del cielo sobre ti.
Si pasarás un mes alimentándote con sus preciosas promesas, no andarías quejándote de lo pobre que eres, sino que elevarías tu rostro con confianza y proclamarías las riquezas de su gracia, porque no podrías evitarlo.